Acompáñame en esta grata travesía
hacia el firmamento de los sueños,
perdámonos en el confín del azulino mar
dónde las almas se funden al ocaso.
Inundemos nuestras volubles pieles
con las ligeras chispas supremas
del brillante claro de luna.
Tiéndeme tu mano para saber,
que estás ahí,
bésame los ojos para sentir,
tu aliento de vida,
abrázame con energía para escuchar,
tu corazón.
Concédeme un perecedero segundo más
de tu existencia,
para así comprender al fin que tu presencia,
es un bien finitamente eterno.