jueves, 20 de junio de 2013

La Carta del Príncipe Gris

Amor mío,

Tu problema y el de casi todas en la ciudad ha sido el vestir de azul a cada nuevo hombre que entraba en sus vidas. Ciertamente tenías pensado vestirme a mí también de azul, y no, no me quejo de ello. Pero en cuanto te diste cuenta que yo no me rendía a tus caprichos, que no obedecía con fe ciega tus pedidos, que no rogaba hasta la madrugada por tu atención, que era muy sombrío, que resaltaban mis defectos antes que mis virtudes, que tenía limitaciones y carencias, que era ante todo libre y amaba mi soledad, que tenía muchas cosas que te eran insoportables. Cuando te diste cuenta que el vestir de azul no era lo mío, comenzaste a creer que realmente veías lo que yo era, un gris y solitario monstruo.

Entonces todo cambió, dejaste de ver muchas otras cosas, como me tragaba mi orgullo aunque no siempre te lo merecías, como permanecía a tu lado cuando me dabas razones para marcharme, como yo te quería sin medida cuando tú sí le ponías cantidad, como aún con todo esto yo me enamoraba de todo tu infierno, y tú al conocer el mío, saliste corriendo con la primera llama que te quemó. Y tú, ni sabías que yo ya estaba incinerado, muerto, hecho cenizas, pero mi amor renacía como un fénix, y no lo viste.

Todavía recuerdo ese día, me comenzaste a llamar ‘el gris’, y todos en la ciudad murmuraban al verme y decían ‘el príncipe gris’, el nuevo prometido de la princesa. Recuerdo también que ese brillo en tus ojos que tanto me gustaba, solo aparecía cuando hablabas con tus amigas y de sus prometidos, esos hombres vestidos de azul por ellas, idealizados al máximo, esos sin libertad que se hacían pasar por caballeros o nobles solo para llamar la atención de sus mujeres.

Acepto el nombre que se me ha dado, pero algo yo he de saber y que los demás y tú no pudieron, el gris no es el único color que tengo en mí, tengo la absoluta y completa capacidad de ser el que yo quiera, pero como habrían de saberlo, si piensan que la vida es solo color y no grises y sombras también.

¿Sabes? Tu problema y el de casi todas en la ciudad ha sido el vestir de azul a cada nuevo hombre que entraba en sus vidas. El problema es que visten de azul a cada bufón del pueblo, a cada charlatán y mentiroso del pueblo. El problema es que han vestido y visten de azul a todos aquellos que ni siquiera han rogado al destino por una oportunidad, y que aun así la tienen. Pero qué sé yo, tal vez en otra ciudad, el problema de los hombres sea tratar como princesa a todas aquellas incluso a las que no se lo merecen.

Hasta siempre,
El Príncipe Gris.

Aldo Ríos Flores