viernes, 25 de mayo de 2012

Naufragando Sueños (Parte I)


Parte I: El caído entre la arena y la luna

Desperté con la más fría sensación, con una terrible cefalea y con un extraño sabor que solo la arena puede dar. Me preguntaba por cuánto tiempo habría perdido la consciencia, lo último que recuerdo es la brava tormenta que azotó mi velero en una noche que prometía iba a ser tranquila, al parecer la naturaleza me ha ganado, ¡no puede ser! Estaba seguro de que yo le iba a ganar, muy seguro.

Ahora me encuentro aquí en una desconocida isla, con un conocido mar y con un siempre inconfundible atardecer; esos en los que cuando el sol se oculta pareciera que va incinerando todas las nubes en el horizonte, y al final, terminas viendo una pintura celestial bañada en rojo fuego.

Llevo aquí más de un mes, no pierdo la cuenta de los días, ni pierdo la fe de ser encontrado pronto. Extraño a todos y extraño todo, absolutamente todo lo que tenía en mi vida, ahora me pregunto si lo que me trajo hasta aquí es solo una mera casualidad o consecuencia del destino que yo tomé con mis propias acciones al salir del último puerto.

Es el tercer mes y ya me aventuré hace varias semanas a conocer la isla, ya que los recursos de la costa no me abastecían lo suficiente. Puedo decir con mucha confianza que la conozco muy bien, al norte de ella se encuentran los mejores frutos que haya probado en mi vida, hacia el este el agua más cristalina y clara en la que haya nadado, hacia el sur están los vientos más melodiosos que haya oído pero también los más gélidos y hacia el oeste los árboles y flores más frondosos y bellos que hayan visto mis ojos hasta ahora.

Ya han pasado nueve meses, sigo esperando la señal de algún barco o bote, el sonido de las hélices de algún helicóptero de rescate o el motor de alguna avioneta que venga por mí, pero nada, nada. Tengo la suerte de tener algunas cosas que salvé de mi mochila, la cual quedó toda destrozada al igual que mi velero, un par de lápices de dibujo y un cuaderno para ello, debo decir que mi estilo va mejorando día a día, al final es cierto que la práctica hace al maestro, ¿o no?

Hoy se cumple el año y dos meses desde que he llegado a esta maldita isla, si antes parecía agradarme estar aquí, ahora es todo lo contrario, lo detesto, pero me di cuenta de algo importante, no es la isla, soy yo, todas las cosas que he estado haciendo, solo han sido formas de escapar de la realidad en la que me encuentro, pero me niego, ¡me niego a aceptar que ya no seré salvado y que solo existo o existiré para morir aquí sin un fin y totalmente solo!


Estos dos largos años han sido difíciles, actualmente estoy más calmado, comprendí que había perdido hace mucho tiempo la costumbre de estar con mi soledad, parecía un novato que no sabía qué hacer con ella, sí; me sentía demasiado derrotado, y sí; a cada momento me sentía muy desolado, sí; también sé que necesitaba ayudaba con urgencia y que también la necesito todavía, porque todo lo que siento no iba a desaparecer.

Entendí que lo único que hacía falta era redescubrirme en mi soledad, pues recordé que hace tanto había aprendido mucho con ella; gracias a ella conozco mis virtudes y defectos, con ella alcancé mis límites para luego superarlos y sobretodo que cuando estando solo aprendes a ayudarte, aceptarte y conocerte, y cuando lo logras, podrás hacer todo eso con los demás, después de todo ¿quién puede ayudar a los demás si no se ayuda a sí mismo? ¿quién puede aceptar a los demás si no se acepta a sí mismo? ¿y quién podrá conocer a otra persona si no ha terminado de conocerse a sí mismo? De lo menos no se da lo más, nadie puede dar lo que no tiene internamente.

Y estoy aquí, desconociendo nuevamente lo que la vida aguarda para mí, al final eso es lo genial de ella, si supiéramos lo que nos espera no habría sorpresa, no habría emoción, y si lo que nos esperase fuera solo dolor o sufrimiento, por nuestra naturaleza humana la evitaríamos de cualquier manera, y por miedo a perder algo, no lo ganaríamos todo…