El Otro Par
Uno
era un joven común, se levantaba antes de salir el sol, no desayunaba pero
llegaba temprano a clases, pasaba parte de la mañana divagando, esperaba
regresar a casa para comer y leía por las tardes, algunas veces se escapaba y
se lanzaba de fondo dentro de una novela, tenía amigos y reía con ellos, nadie
nunca lo vio llorar, le gustaba escuchar más que hablar, escondía sus secretos
bajo una capa de seriedad y calma, muchos lo veían pero muy pocos lo conocían,
y sobretodo pretendía estar bien todos y cada uno de los días de la semana. Se
llamaba Adolfo, como dije, muy común. Ah sí, tenía otro par.
El
otro par, hacía lo que quería, dormía todo el tiempo, hablaba hasta por los
codos, no tenía secretos, era abierto y confiado, risueño y divertido, leía
historietas y le encantaban las películas, tenía muy pocos amigos y no los veía
todo el tiempo, era un tipo impulsivo, a veces demasiado pero actuaba y se
emocionaba mucho más que el otro, algunas veces incluso se podía ver la lluvia
en sus ojos.
Ciertamente
opuestos, no se llevaban muy bien, lo que hacía Adolfo lo deshacía el otro par,
lo que el primero contaba el otro lo desmentía, por cada acto de cobardía había
otro de valentía, por cada acción premeditada habían dos impulsivas, por cada
secreto guardado le seguían dos traiciones juntas, por cada mujer amada le
seguía un corazón en pedazos.
Parecían
no querer presentarse a lo amigos del otro, y eran raras las ocasiones en las
que se encontraban en el mismo lugar. Una tarde salieron por su cuenta y no se
dijeron absolutamente nada, ese día ocurrió un desastre en la ciudad, se
necesitaba de la ayuda de una persona, vidas dependían de ello, por simples
casualidades estaban ahí, los dos, comprendían la situación, y como si se
tratase de un espejo, el uno era el reflejo del otro.
Quién
lo diría que este par, trabajaría junto, en armonía, lado a lado, espalda con
espalda, cubriéndose el uno al otro, apoyándose como hermanos, como un par de
gotas de agua. Aprendieron algo ese día, juntos podían hacer cosas increíbles,
muchas veces hasta extraordinarias. Sin embargo, esto no duró demasiado, pocas
situaciones y excepcionalmente personas hacían que se mantuvieran juntos, la
tregua había acabado.
Lo
mejor de todo era que unidos, se hacían mucho más bien que el que pensaban que
le hacían a la ciudad o a sus amigos, más que todo era verlos ser lo más
cercano a felices que alcanzaba. Hay algo que no dije: estos no eran Adolfo y
su otro par, eran la misma persona, era solo Adolfo. Me pregunto si algo o
alguien los hará juntarse. Me pregunto si hay otro par como ellos…
Aldo RF
En honor a "El Otro Yo" de Mario Benedetti.