¿Qué hemos hecho o dejado de hacer para que la navidad se haya convertido en una fiesta insípida y banal? ¿Por qué la hemos dejado girar en torno a un eje consumista y abrasador? ¿Dónde está aquel espíritu, que llenaba de regocijo y alegría a cada familia agradecida con la fortuna de estar juntos un año más? Si me preguntan a mí, no lo sé.
Vivimos en un país, que está encantado con la idea de tomar como suyas tradiciones que no le pertenecen, una de ellas es Halloween o la Navidad (nada cristiana) que se celebra desde que, la cultura americana se convirtió en un gran factor influyente en la sociedad actual. Todos esos árboles, decoraciones de luces y cenas algunas veces exorbitantes, no son más que imitaciones de costumbres foráneas.
Está de más decir que la tecnología y el consumismo están ligados, en estas épocas del año aún más de lo usual, los medios de comunicación se encargan de transfigurar nuestras ideas y acciones, para que así nos encaminemos hacia la adquisición de cosas que muchas veces no necesitamos. Hemos olvidado una de las razones por la que nos emocionaba la navidad: la alegría de pasarla en familia y olvidarse por una noche que todo lo malo puede ser erradicado si tenemos presente a Dios; y no la cantidad de regalos que obtengas o el número de saludos que te den esa noche.
La navidad que celebramos no es nada peruana y mucho menos cristiana, presumiendo que en casi todo el país profesamos esa religión, a la navidad no la hacen una casa con las mejores luces, el más grande y colorido de todos los árboles, o la abundancia de la comida en Noche Buena, muchas familias sueñan con tener todo eso, pero lamentablemente no pueden. En esa noche solo basta tener cerca a quienes aprecias, tener el mejor de los deseos para los demás, una hermosa cena con tu familia y mostrarse agradecidos con el verdadero motivo de celebración: El nacimiento de Jesús.
No asumo que todos los que hayamos adoptado esa forma de celebrar la navidad (decorar con luces, un lindo árbol y una bella cena familiar) estemos siendo devorados por el espíritu consumista, al contrario, muchas familias conservamos y tenemos muy en cuenta el auténtico motivo de celebración, que se refleja en la más espléndida muestra de agradecimiento: revelar que todo el esfuerzo y sacrificio hechos, han dado frutos y que jamás alejamos de nuestros corazones a Dios.
Concluyo diciendo que lo material no define a una persona, ni a una familia; lo que nos define es lo que hagamos y muy importante, como lo hagamos, porque lo sustancial no es lo que consigues sino como lo consigues. Y en estas fiestas navideñas lo trascendental es estar siempre agradecidos por un año más, ayudar a quien más lo necesite y nunca perder la fe en que todo va a mejorar.
Aldo Ríos Flores
Vivimos en un país, que está encantado con la idea de tomar como suyas tradiciones que no le pertenecen, una de ellas es Halloween o la Navidad (nada cristiana) que se celebra desde que, la cultura americana se convirtió en un gran factor influyente en la sociedad actual. Todos esos árboles, decoraciones de luces y cenas algunas veces exorbitantes, no son más que imitaciones de costumbres foráneas.
Está de más decir que la tecnología y el consumismo están ligados, en estas épocas del año aún más de lo usual, los medios de comunicación se encargan de transfigurar nuestras ideas y acciones, para que así nos encaminemos hacia la adquisición de cosas que muchas veces no necesitamos. Hemos olvidado una de las razones por la que nos emocionaba la navidad: la alegría de pasarla en familia y olvidarse por una noche que todo lo malo puede ser erradicado si tenemos presente a Dios; y no la cantidad de regalos que obtengas o el número de saludos que te den esa noche.
La navidad que celebramos no es nada peruana y mucho menos cristiana, presumiendo que en casi todo el país profesamos esa religión, a la navidad no la hacen una casa con las mejores luces, el más grande y colorido de todos los árboles, o la abundancia de la comida en Noche Buena, muchas familias sueñan con tener todo eso, pero lamentablemente no pueden. En esa noche solo basta tener cerca a quienes aprecias, tener el mejor de los deseos para los demás, una hermosa cena con tu familia y mostrarse agradecidos con el verdadero motivo de celebración: El nacimiento de Jesús.
No asumo que todos los que hayamos adoptado esa forma de celebrar la navidad (decorar con luces, un lindo árbol y una bella cena familiar) estemos siendo devorados por el espíritu consumista, al contrario, muchas familias conservamos y tenemos muy en cuenta el auténtico motivo de celebración, que se refleja en la más espléndida muestra de agradecimiento: revelar que todo el esfuerzo y sacrificio hechos, han dado frutos y que jamás alejamos de nuestros corazones a Dios.
Concluyo diciendo que lo material no define a una persona, ni a una familia; lo que nos define es lo que hagamos y muy importante, como lo hagamos, porque lo sustancial no es lo que consigues sino como lo consigues. Y en estas fiestas navideñas lo trascendental es estar siempre agradecidos por un año más, ayudar a quien más lo necesite y nunca perder la fe en que todo va a mejorar.
Aldo Ríos Flores