Un
largo viaje les espera a las personas que desean dirigirse a un pequeño, pero
atractivo pueblo apartado de una ciudad, para llegar a él se tiene que pasar
por una gran montaña rocosa, la buena noticia es que existe más de una forma que
nos lleve hasta él, para ser exactos, son tres caminos para elegir.
Estos
tres caminos tienen características particulares, dos de ellos son muy largos y
tan angostos que solo una persona a la vez puede avanzar con facilidad, además
de ser muy seguros, en cambio el camino restante es más amplio, mucho más corto
pero muy inseguro, ya que ciertos criminales roban y asaltan a los viajeros,
los golpean sin piedad y los dejan a su suerte.
Un
día cualquiera, tres viajeros dispuestos a ir a la ciudad llegaron a la
intersección de los caminos, se toparon con la sorpresa de encontrar a un
hombre mal herido tendido en el suelo, como es de imaginar, debía ser víctima
de los criminales del camino más corto. El primer viajero rápidamente tomó uno
de los caminos más seguros y se fue sin decir más, el segundo viajero repitiendo
constantemente que le gustaría ayudar pero que tenía mucha prisa, tomó el camino
seguro faltante y se fue dejando al tercer viajero solo, que ya había ayudado a
levantarse y tenía de un brazo al pobre herido, movió la cabeza con gestos de
decepción y sabiendo muy bien lo que podía esperarle, no dudo en ningún momento
y se dispuso a seguir por el camino más corto.
Era
de noche y el viajero tenía que descansar no solo para tratar de curar las
heridas del hombre, sino para intentar recuperar fuerzas e ir a un paso más
rápido así no pondría en peligro a ninguno de los dos. Ya había prendido una
fogata cuando oyó ruidos cada vez más cercanos entre los arbustos, de repente
un fuerte golpe en la nuca lo dejó tumbado en el frío suelo de la montaña, con
las fuerzas que reunió para levantarse, solo pudo observar unas cuatro o cinco
figuras en la oscuridad, tres de ellas se le acercaban y dos estaban buscando
entre sus cosas. No le dieron ni tiempo para defenderse, como sucios cobardes,
estos tres hombres lo golpeaban sin descanso en el rostro, abdomen y piernas,
su corazón acelerado y retumbando fue lo único que pudo oír el viajero antes de
quedar inconsciente.
Con
la fuerza de un candente rayo de sol, el viajero despertó, respiraba con
dificultad, apenas sentía algo de todo su cuerpo molido, con la nobleza que lo
caracterizaba solo logró reunir unas últimas fuerzas para verificar que el
hombre herido, esté al menos como la última vez que lo vio. Y así fue, los
criminales tuvieron al menos la dignidad de no hacerle más daño a un hombre
herido e indefenso, este ya más consciente y lúcido, se puso de pie solo, con
algo de dificultad. Ahora él y el viajero se apoyaban el uno al otro y
siguieron caminando.
Por
mucha suerte, la vida o azares del destino, no era muy distante el camino que
les faltaba recorrer, llegaron en un par de horas. Al entrar a la ciudad a un
par de cuadras, el viajero se encontró con los otros dos, les pidió dinero
prestado para pagar servicios de un médico y posada, pero nuevamente dieron
excusas y se alejaron. El pobre viajero ya no tenía fuerzas ni para indignarse
de ellos, cayó desmayado en segundos.
Era
una cálida y tranquila mañana en el pueblo, el viajero despierta y se sorprende
al estar sobre una cama, sale de ella y del cuarto. Al toparse con el dueño de
la posada le pregunta por el hombre que estaba con él, el dueño sonriente le
dice que también fue atendido, pero que no necesito tanto reposo como él, como
no tenían dinero el hombre ofreció pagar los servicios con su trabajo en la posada,
el dueño admirado por su historia acepta y les ofrece todo sin pedir nada a
cambio. El viajero estuvo inconsciente por toda una semana, durante ella el
hombre que tanto ayudó lo cuidó, mientras también trabajaba en la posada como
muestra de agradecimiento.
Viajero: Oiga señor…
Dueño de la posada: Dígame.
Viajero: Y ¿a dónde ha ido?
Dueño de la posada: Tranquilo, solo ha ido a por el desayuno.
Viajero: Me alegro, no estaría tranquilo si no le hubiese podido dar las gracias.
Dueño de la posada: (Sonriendo). Qué curioso, su amigo dijo algo parecido.
Dueño de la posada: Dígame.
Viajero: Y ¿a dónde ha ido?
Dueño de la posada: Tranquilo, solo ha ido a por el desayuno.
Viajero: Me alegro, no estaría tranquilo si no le hubiese podido dar las gracias.
Dueño de la posada: (Sonriendo). Qué curioso, su amigo dijo algo parecido.
*Realmente
en el mundo solo existen dos tipos de hombres: los buenos y los malos. Una sola
acción no define toda una vida, ser prejuicioso es tan malo como actuar de tal
forma, pero ver que se comete el mal o injusticia y no hacer nada, también es
un acto de maldad, por omisión.
*También
hay una gran diferencia, entre los hombres que harían cualquier cosa que se
tenga que hacer y los que hacen lo correcto, los primeros harían cualquier cosa
mientras seguramente los beneficie, en cambio los segundos, hacen lo correcto
porque saben que eso es lo que se tiene que hacer.
*Muchos
hacen lo que quieren, pero muy pocos queremos lo que se hace.
*Recordar
que las buenas intenciones no bastan, si se quiere hacer algo bueno y correcto,
solo se hace, porque de “buenas intenciones” está lleno el infierno.
*Gracias.
Aldo RF
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