domingo, 30 de octubre de 2011

Son solo palabras


Si deseas plasmar tu pensamiento sobre una hoja de papel, pero a la vez no lo deseas con mucha fuerza. Y si deseas no impregnar lo que sentías cuando pensabas escribir algo, ¿qué es lo que te mueve? ¿Obligación, locura, ociosidad, miedo? Al terminar o a mitad de papel, te das cuenta que al final sucumbiste a tu deseo de hacerlo, pero todo lo que lees no tiene sentido, son un montón de palabras bien o mal ordenadas, que pusiste ahí para quizá recordarte algo o quizá hacerte olvidar que recuerdes algo. Sigues, sigues y sigues juntando palabras, oraciones sin sentido, el único sentido que tienen es quizá que existen como palabras o que intentan decir algo o tienen un fin especial, te pierdes de nuevo en lo que escribes y comienzas de nuevo en el sentido del sin sentido de tu párrafo.


Pasas a otro párrafo y ¿qué encuentras? Nada, sigues aún juntando palabras, pero ahora ya sabes que quieres, quieres encontrar el más mínimo sentido a todas estas, creo que el ejercicio funciona, ¡porqué no lo pensé antes!, vas aprendiendo algo nuevo, practicas el redactar, piensas en algo, te olvidas por qué empezaste con todo esto, lo recuerdas por unos instantes, luego crees que no es imp... y comienzas a borrar algunas palabras, te das cuenta que solo escribes lo que se te viene a la mente, y es un tanto divertido, predecible pero impredecible, constante pero paradójico, y otras metáforas más que ya dejé de pensar.


Al parecer me han bastado dos párrafos para entender que el único y final sentido de toda esta redacción es la de mostrar el sin sentido de cosas que ignoramos y sabemos, ¡ah, sí! ya sé que me movió a escribir, incluso cuando pensaba que sí quería cuando en realidad no lo deseaba con todas mis fuerzas, pues era, la voluntad en toda su forma, como no la había sentido en tiempo, será gracioso y hasta increíble, pero no escuchaba esa palabra en mucho tiempo en realidad, ni recordaba lo que significaba en su totalidad, pero la he sentido en todas sus dimensiones. Había olvidado que tan cercana era a la esperanza, quizá me hacía falta recordar esto, recordar a las dos grandes virtudes del ser humano para superar cualquier obstáculo que amenace conseguir su felicidad: la voluntad y la esperanza.


Bueno en realidad son tres, creo firme y convincentemente que no hará falta mencionarla en esta ocasión, está en todos lados así que será fácil darse cuenta, además hoy en día, lo infra y sobrevaloran demasiado, le restan y suman trascendencia, sin darse cuenta que es un ente tan complejo pero tan simple a la vez. ¡De nuevo! me desvíe del tema, dije que no hablaría de este último, y lo hice pero bueno, no lo mencioné, solo lo describí, con mi opinión. Punto final.

0 comentarios:

Publicar un comentario