Amor mío,
Tu problema y el de casi todas en la ciudad ha sido el
vestir de azul a cada nuevo hombre que entraba en sus vidas. Ciertamente tenías
pensado vestirme a mí también de azul, y no, no me quejo de ello. Pero en
cuanto te diste cuenta que yo no me rendía a tus caprichos, que no obedecía con
fe ciega tus pedidos, que no rogaba hasta la madrugada por tu atención, que era
muy sombrío, que resaltaban mis defectos antes que mis virtudes, que tenía limitaciones
y carencias, que era ante todo libre y amaba mi soledad, que tenía muchas cosas
que te eran insoportables. Cuando te diste cuenta que el vestir de azul no era lo
mío, comenzaste a creer que realmente veías lo que yo era, un gris y solitario
monstruo.
Entonces todo cambió, dejaste de ver muchas otras
cosas, como me tragaba mi orgullo aunque no siempre te lo merecías, como
permanecía a tu lado cuando me dabas razones para marcharme, como yo te quería
sin medida cuando tú sí le ponías cantidad, como aún con todo esto yo me
enamoraba de todo tu infierno, y tú al conocer el mío, saliste corriendo con la
primera llama que te quemó. Y tú, ni sabías que yo ya estaba incinerado,
muerto, hecho cenizas, pero mi amor renacía como un fénix, y no lo viste.
Todavía recuerdo ese día, me comenzaste a llamar ‘el
gris’, y todos en la ciudad murmuraban al verme y decían ‘el príncipe gris’, el
nuevo prometido de la princesa. Recuerdo también que ese brillo en tus ojos que
tanto me gustaba, solo aparecía cuando hablabas con tus amigas y de sus
prometidos, esos hombres vestidos de azul por ellas, idealizados al máximo,
esos sin libertad que se hacían pasar por caballeros o nobles solo para llamar
la atención de sus mujeres.
Acepto el nombre que se me ha dado, pero algo yo he de
saber y que los demás y tú no pudieron, el gris no es el único color que tengo
en mí, tengo la absoluta y completa capacidad de ser el que yo quiera, pero
como habrían de saberlo, si piensan que la vida es solo color y no grises y
sombras también.
¿Sabes? Tu problema y el de casi todas en la ciudad ha
sido el vestir de azul a cada nuevo hombre que entraba en sus vidas. El
problema es que visten de azul a cada bufón del pueblo, a cada charlatán y
mentiroso del pueblo. El problema es que han vestido y visten de azul a todos
aquellos que ni siquiera han rogado al destino por una oportunidad, y que aun así
la tienen. Pero qué sé yo, tal vez en otra ciudad, el problema de los hombres
sea tratar como princesa a todas aquellas incluso a las que no se lo merecen.
Hasta
siempre,
El
Príncipe Gris.
Aldo Ríos Flores
3 comentarios:
Qué buen post! (Y)
Tú eres ese príncipe gris¿?
pd: escribes muy bien
Ame a un príncipe gris, empecé por conocer sus defectos, su infierno, su delirio; lloré porque cada día, a cada instante me mostraba el lado malo de su ser, quizás el lado mas humano que poseía. Lo ame, me enamoré de sus defectos aunque eran tóxicos para mi vida y a pesar de ello mi amor crecía. Lo llame mi amor e hice mio su color gris dándole mi gama de colores con la esperanza que algún día él acepte el gris de mi alma, pero llegado el momento cuando le mostré que también vivo en sombras, que necesitaba expresarme mediante la oscuridad, él no pudo ver mi luz y se pintó de azul para todas las demás excepto para mi.
Atte. Una plebeya.
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