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lunes, 18 de diciembre de 2017

Carta para romper los planes

Carta para romper los planes

Buenas noches,

Comenzaré siendo muy directo y honesto, no tengo idea de quién es y usted no tiene idea de quién soy yo, hoy sé dónde me encuentro pero estoy absolutamente seguro que no sabré dónde estaré mañana, seguramente lo mismo le pasa a usted, hay muchas otras cosas que no sabemos y que sin duda no sabremos más adelante, al fin y al cabo así son las cosas relacionadas a la vida misma pero, hay algunas de las que sí podemos tomar control –o eso creo yo.

Actualmente soy alguien con metas a corto y largo plazo, además arrastro conmigo algunos pequeños sueños de infancia que solo un gran tonto aplastado por una realidad inevitable podría tener. Para lograr esto, me he visto obligado a ‘planear’ muchas cosas, lo sé, planear no es divertido, he tenido que hacerlo justo ahora cuando había aprendido a disfrutar más acerca de lo espontáneo, lo cual me había resultado bastante saludable.

Por el momento, tengo planeados los siguientes 2 años, algunos planes si eran inevitables de cambiar porque sin ellos no podría seguir avanzando en lo que deseo, luego de eso tengo ciertas ideas de cómo seguir caminando. La primera es la de seguir viviendo, llenarme y llenarme de momentos, es lo que más me gusta coleccionar, para ello es muy importante visitar cada rincón del mundo posible, quizás lo haga solo o quizás acompañado.

Cuando nuestros caminos se crucen, y de verdad se encuentren entrelazados, estoy seguro que usted tendrá el poder de destruir mis planes, de eso no hay duda, podrá romperlos y moldearlos a su antojo si así lo deseara, pero lo mejor de todo es que, aun teniendo  esa habilidad, usted elegirá no descartarlos, porque su don más significativo será convertirse en una compañera eterna, a la cual siempre incluiré en estos planes, a la cual no dejaré.

Solo quiero decirle que reservo para usted todo lo mejor de mí, todo lo que haya ganado hasta el momento en el que nos encontremos, sé que será maravilloso cuando esto suceda, y que seguramente puedo esperar la misma entrega de su parte, porque cuando usted llegue, por favor, quiero que rompa mis planes, que llegue como un rayo a destruir mi mundo, a hacer de mis días unos inolvidables momentos, quiero que me tome de la mano y me guíe de nuevo a la espontaneidad, quiero que viajemos a todos lados, que contemos las estrellas, que nos escapemos de la vida, quiero que hagamos de todo y sin planearlo. Por favor, rómpame los planes. Y si decide no hacerlo, sepa que está incluido en ellos.

Siempre suyo,


AldoRF

jueves, 20 de junio de 2013

La Carta del Príncipe Gris

Amor mío,

Tu problema y el de casi todas en la ciudad ha sido el vestir de azul a cada nuevo hombre que entraba en sus vidas. Ciertamente tenías pensado vestirme a mí también de azul, y no, no me quejo de ello. Pero en cuanto te diste cuenta que yo no me rendía a tus caprichos, que no obedecía con fe ciega tus pedidos, que no rogaba hasta la madrugada por tu atención, que era muy sombrío, que resaltaban mis defectos antes que mis virtudes, que tenía limitaciones y carencias, que era ante todo libre y amaba mi soledad, que tenía muchas cosas que te eran insoportables. Cuando te diste cuenta que el vestir de azul no era lo mío, comenzaste a creer que realmente veías lo que yo era, un gris y solitario monstruo.

Entonces todo cambió, dejaste de ver muchas otras cosas, como me tragaba mi orgullo aunque no siempre te lo merecías, como permanecía a tu lado cuando me dabas razones para marcharme, como yo te quería sin medida cuando tú sí le ponías cantidad, como aún con todo esto yo me enamoraba de todo tu infierno, y tú al conocer el mío, saliste corriendo con la primera llama que te quemó. Y tú, ni sabías que yo ya estaba incinerado, muerto, hecho cenizas, pero mi amor renacía como un fénix, y no lo viste.

Todavía recuerdo ese día, me comenzaste a llamar ‘el gris’, y todos en la ciudad murmuraban al verme y decían ‘el príncipe gris’, el nuevo prometido de la princesa. Recuerdo también que ese brillo en tus ojos que tanto me gustaba, solo aparecía cuando hablabas con tus amigas y de sus prometidos, esos hombres vestidos de azul por ellas, idealizados al máximo, esos sin libertad que se hacían pasar por caballeros o nobles solo para llamar la atención de sus mujeres.

Acepto el nombre que se me ha dado, pero algo yo he de saber y que los demás y tú no pudieron, el gris no es el único color que tengo en mí, tengo la absoluta y completa capacidad de ser el que yo quiera, pero como habrían de saberlo, si piensan que la vida es solo color y no grises y sombras también.

¿Sabes? Tu problema y el de casi todas en la ciudad ha sido el vestir de azul a cada nuevo hombre que entraba en sus vidas. El problema es que visten de azul a cada bufón del pueblo, a cada charlatán y mentiroso del pueblo. El problema es que han vestido y visten de azul a todos aquellos que ni siquiera han rogado al destino por una oportunidad, y que aun así la tienen. Pero qué sé yo, tal vez en otra ciudad, el problema de los hombres sea tratar como princesa a todas aquellas incluso a las que no se lo merecen.

Hasta siempre,
El Príncipe Gris.

Aldo Ríos Flores