viernes, 24 de junio de 2011

Las dos matices de una esencia

Aquel día, un alma se dividió y entabló una conversación furtiva, cada parte defendía su propio punto de vista con mucha convicción: El lado racional y el lado ingenuo, (opuestos perfectamente unidos en el pasado), discutían su separación definitiva, el racional inició exaltado:

- ¡Estás loco! ¿Qué te ocurre ahora?

- Esta vez no tengo excusas, sabes que me fue inevitable.

- Lo sé, aún así, conoces las consecuencias de todo esto, no es la primera vez.

- Ya lo creo. Sin embargo, ¿tendré que explicarte nuevamente por qué es tan bueno?

- Recuérdamelo.

- Sencillamente es algo lógicamente inexplicable, me ayuda a hacer cada evento desafortunado, mucho más soportable; me ilumina en cada día tormentoso, fortalece mis debilidades, aclara mis dudas, me basta una sola sonrisa para una eternidad de dicha.

- Bueno, ¿y si al final esa ilusión es efímera o incluso destruida, y nos provoca dolor?

- No me importa, para mí, es también signo de Esperanza. Además ese dolor consecuente, sería la prueba invaluable de que en nuestra alma existió, un sentimiento tan puro como es el amor.

- Créeme el dolor es inevitable y muchas veces nos ayuda a levantarnos, pero el sufrimiento innecesario es opcional ya que puede eludirse. No los vayas a confundir.

- Te lo agradezco, no los confundo.

- Aún no me convences, toma en cuenta todas las cosas que hemos logrado con la soledad: cada día nos conocemos un poco más, aprendemos de los detalles, sabemos nuestros límites, nuestros ideales, nuestras metas, no dependemos de nadie, no nos esclaviza vicio humano alguno, gobernamos sobre lo físico. Casi nadie atesora eso hoy en día, le dan un mínimo valor a tales cosas, por eso su fracaso exterior, por eso todos sus conflictos existenciales, nadie puede dar lo que no tiene interiormente, de lo menos no se da lo más.

- En eso estoy de acuerdo, te doy toda la razón. No estamos solos, además la amistad es una gran amiga, cuando la soledad no puede ser soportable, pero, no puedes negarme que todos alguna vez sienten la necesidad de compartir momentos inolvidables con un alma compañera, intercambiar anécdotas, intercambiar miradas, sonrisas, suspiros, emociones.

- Tienes razón, además "Si no eres valiente para luchar, no te enamores", al parecer estamos de acuerdo de nuevo, te dejaré continuar con una condición.

- Dímela, todo sea por el bien de ambos.

- Haremos todo esto juntos, como siempre ha sido, no lo imagino de otra manera.

- Está bien, es cierto. No podría ser de otra forma, dos matices diferentes en una misma pintura, componiendo una obra maestra.

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